Descripción: Una sencilla reflexión sobre una de las obras de misericordia corporales, dar de beber al sediento, que hace una llamada a la responsabilidad común de todos en la búsqueda del bien y en la defensa y el respeto a la vida. En efecto, no hay ninguna necesidad física tan perentoria como la sed, y dar de beber al sediento es una concreción práctica y visible de esa búsqueda del bien de las personas. Que aún hoy haya millones de personas que no tienen acceso a agua potable o saneada significa que la dignidad humana, la vida misma, están amenazadas. Practicar las obras de misericordia, dar de beber al sediento, puede ayudar a cambiar el mundo, a transformarlo, a buscar el bien de la humanidad sin exclusiones, injusticias ni explotación.