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  • FRAY MARCOS RODRIGUEZ
EDICIONES FE ADULTA
SOFT COVER
208 PAGINAS

JESUS VIVIO POR NOSOTROS

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    Fray Marcos Rodríguez.

    Recorriendo la vida de Jesús, va redefiniendo su figura con plena libertad teológica y total sencillez.

    Colección feadulta.com, nº 11. Marzo 2012.

    208 páginas, 21 x 15 cm, rústica.

     

    Reconstruir la figura de Jesús, debe ser la principal tarea de todo cristiano. A través de casi dos mil años se han añadido al puzzle muchísimas teselas que no encajan con su auténtico ser. Su figura nunca estará completa, pero debemos seguir intentado sustituir las piezas que desentonan por otras que se aproximen más a su realidad y, si es posible añadir alguna de las que aún faltan.
    Debemos asumir que uno es el Jesús real, otro el Jesús histórico, otro el Jesús de los evangelios, otro el Jesús de los dogmas, otro el Jesús de los teólogos y otro el Jesús de los místicos. Armonizarlos todos será una tarea imposible, pero al menos hemos de intentar que no desentonen en exceso unas piezas con otras.
    Fray Marcos (Pardesivil, León, 1938) desarrolla su actividad pastoral en Parquelagos, La Navata (Madrid) y, a través de Internet, en muchos rincones del mundo.
    
    Í N D I C E
    INTRODUCCIÓN
    1) JESÚS NO BAJÓ DEL CIELO
    2) 30 AÑOS IGNORADOS
    3) INFANCIA EN MATEO
    4) INFANCIA EN LUCAS
    5) JESÚS DESARROLLA SU PERSONALIDAD
    6) JESÚS SE DA A CONOCER
    7) LAS RELACIONES HUMANAS DE JESÚS
    8) NADA MISÓGINO
    9) JESÚS Y LAS INSTITUCIONES
    10) LOS MILAGROS
    11) LOS "SIGNOS" DEL EVANGELIO DE JUAN
    12) "MILAGROS" EN LOS SINÓPTICOS
    13) LO QUE PREDICÓ
    14) LAS PARÁBOLAS
    15) LOS JERARCAS LO ELIMINARON
    16) EXPERIENCIA PASCUAL: CRISTO VIVE
    17) DE CRISTO AL CRISTIANISMO
    MI VIDA EN POCAS PALABRAS
    
    INTRODUCCIÓN  
    
    Hace ya algunos años, se realizó una encuesta entre universitarios del Reino Unido. La pregunta era: En toda la historia de la humanidad, ¿cuál ha sido para ti, la persona más influyente? El número uno se lo llevó el futbolista Beckham; Jesús ocupó el número treinta empatado con Bush. Confieso que ese empate fue lo que más me indignó.
    
    Este simple dato nos tendría que hacer pensar. ¿Qué idea de Jesús hemos trasmitido a esa generación de estudiantes? Y no se olvide que se trata de un país eminentemente cristiano. Está claro que no hemos sabido comunicar a la juventud lo que Jesús significa para todo ser humano. 
    
    Precisamente por haberle desfigurado y presentado con una total falta de humanidad, ahora se hace increíble y escaso de atractivo. El Jesús celeste pero deshumanizado que presentamos no puede convencer a nadie de que su conocimiento y seguimiento nos puedan ayudar a ser más humanos.
    
    El cambio de época que estamos atravesando, nos obliga a reflexionar sobre la manera de entender nuestro pasado cristiano. Ni el deísmo que hace de Dios una cosa más, ni la simple credulidad en un Jesús bajado directamente del cielo pueden servirnos hoy para desenvolvernos en la compresión del mensaje cristiano. 
    
    Ha cambiado drásticamente nuestro conocimiento del mundo, del hombre y de Dios. No soy libre de aceptar o no el nuevo paradigma, porque estoy envuelto en él, quiéralo o no. Si a pesar de todo, me coloco la escafandra para seguir viviendo en un mundo que no es el mío, arruinaré mi armonía interior y entraré en una asfixiante contradicción.
    
    En las dos últimas décadas, el ser humano ha avanzado más en el conocimiento de si mismo que en los dos mil años anteriores. Los increíbles avances en todas las ciencias, pero sobre todo en la biología molecular y la neurología, nos han permitido aproximarnos a lo que realmente somos.
    
    La ciencia nunca será capaz de responder a todas las preguntas, pero puede ser una ayuda para evitar caminos equivocados. Ni la filosofía ni la teología pueden caminar al margen de la ciencia. El conocimiento racional tiene que ayudarnos a precisar cada vez más las preguntas vitales.
    
    Seguiremos preguntándonos: ¿de dónde venimos? ¿qué pintamos aquí? ¿adónde vamos? Pero hoy sabemos que muchas de las respuestas que habían dado la ciencia, la filosofía e incluso la religión no son acertadas. Debemos seguir buscando respuestas más adecuadas, que no estén en contra de nuestra razón, aunque la desborden.
    
    Los sueños, las visiones, las revelaciones, etc., fueron durante muchos milenios, la base del conocimiento religioso. Pero el mejor conocimiento de los procesos mentales, tanto conscientes como subconscientes, ha demostrado que no vienen de un mundo metafísico que se sitúe fuera ni son revelaciones de seres metafísicos (dioses, ángeles o demonios) que quieran adoctrinarnos. 
    
    Hoy sabemos que todos esos mensajes que creíamos venían del más allá y habíamos interpretado como “revelación” de seres transcendentes, resulta que no son más que señales que llegan de nuestro subconsciente. 
    
    Este conocimiento no llega de los sentidos ni de instancias metafísicas, sino por otros cauces y en un lenguaje cifrado que aún no somos capaces de desentrañar. 
    
    Lo grave es que todo nuestro conocimiento religioso, que dábamos por absoluto, está basado en ese concepto de revelación que está haciendo agua por los cuatro costados. Tampoco se trata de tirar por la borda los mensajes que esos conocimientos aportan, se trata de descubrir que el andamiaje que los soportaba se derrumba y que hay que buscar otras bases más sólidas para sostenerlos.
    
    Todas las religiones, también la nuestra, son portadoras de una sabiduría increíblemente enriquecedora que nace de experiencias genuinamente humanas. No debemos dudar de esa riqueza, pero la dificultad que hoy tenemos es cómo verbalizarla y comunicarla a los que ya no están en el paradigma que la hizo posible.
    
    Consciente de esta necesidad, quiero poner mi granito de arena para facilitar el acceso a una riqueza tan formidable. Es imprescindible que todos hagamos un esfuerzo por superar la dificultad de expresar ese conocimiento en lenguaje de hoy para que, los que de verdad quieran comprender, tengan medios para conseguirlo.
    
    Con lo que digo y escribo nunca pretendo que los demás piensen como yo, sino que piensen. No es que me haya vuelto racionalista. Sé que la experiencia interior no depende de la razón, pero la razón es un instrumento imprescindible a la hora de abandonar viejos prejuicios que están muy arraigados y sin embargo no tienen consistencia.
    
    En mi vida me he encontrado a muchos cristianos que me han dicho: yo, la fe del carbonero. Inmediatamente les pregunto: ¿eres carbonero? Si eres un carbonero, no tendría nada que objetar. Pero que una persona con la carrera de ingeniero o médico, o con tres carreras, que los hay, te diga que tiene la fe del carbonero, es muy inquietante.
    La situación de cambio en la que nos encontramos, hace muy difícil la comprensión de los evangelios. Debemos tener en cuenta que aunque estamos en la posmodernidad, en grupos numerosos de personas y en cada uno de nosotros conviven paradigmas del pasado, incompatibles con el que nos toca vivir. Lo que se expresa desde una manera de ver el mundo, el hombre y Dios, puede que sea entendido equivocadamente por comprenderlo desde otra perspectiva. 
    
    Los evangelios están escritos para comunicar verdades desde una visión mítica. En tiempo de Jesús, y todavía hoy para muchos, la realidad está dividida en tres ámbitos: el que está por encima de nosotros, donde está Dios; el que ocupamos los humanos sobre la tierra; y el que está por debajo (inferos=infierno) donde están los demonios.
    
    Hoy sabemos que la realidad es una sola, y que en cualquier realidad creada podemos encontrar lo divino, lo humano y lo diabólico. Dios no tiene que venir de ninguna parte porque está aquí antes que yo. Tampoco podemos expulsar el mal de nosotros a una región donde no nos haga daño, porque a donde yo vaya él va conmigo.
    
    Al entender las Escrituras literalmente, distorsionamos el mensaje y hacemos decir a los textos lo que nunca quisieron decir. Si encima creemos que esos textos tienen valor absoluto porque están dictados por Dios, caeremos en aberrantes integrismos, que nos hundirán en la más absoluta miseria. 
    
    Pero tenemos una herramienta formidable que nos puede ayudar a superar esa dificultad: es la exégesis. Desde hace más de trescientos años, muchísimas personas han dedicado sus esfuerzos desentrañar lo que quisieron decir esos textos. 
    
    La exégesis no es una ciencia religiosa, pero podemos utilizarla para comprender lo que los evangelios pretenden decirnos, teniendo en cuenta las circunstancias en las que han surgido.
    Sabemos hoy que, tanto los evangelios como los demás escritos del NT, no se preocupan para nada de hacer una biografía o una historia sobre Jesús. Su intención es trasmitir un mensaje religioso que haga posible la salvación a las personas que lo leen o escuchan. 
    
    Los evangelios nos trasmiten la imagen de Jesús interpretada por una comunidad creyente. Cada uno escribió para su comunidad, no para nosotros. Solo la exégesis nos permite dar ese salto, para conectar con esa vivencia de la que salió el NT, y que nos aproxima a la que tuvo Jesús. 
    
    Sé que es una osadía ponerme a escribir algo sobre Jesús, pero lo hago sin ninguna pretensión, no trato de convencer a nadie ni de ser original. No pretendo hacer teología o exégesis, mucho menos, ciencia. No encontrarás en este escrito ni razonamientos sofisticados ni argumentaciones tumbativas. Simplemente quiero proponer lo que a mí más me ha ayudado.
    
    Desde las charlas que nos daba en el noviciado el P. Colunga, hasta el último libro de Pagola han pasado 55 años, todos ellos dedicados a la búsqueda. Lo único que pretendo es ser útil a tantos seres humanos que no disponen de tanto tiempo para dedicarlo a esa búsqueda.
    
    Pretendo decir todo eso con un lenguaje sencillo, incluso cayendo a veces en la simplicidad. Lo que de verdad me importa es que se entienda bien lo que digo. 
    
    Cada cual tiene que beber en su propio pozo, como decía Tony de Mello. Lo que yo quisiera es poner en sus manos un recipiente para que le sea más fácil sacar su propia agua.
    

     

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